Los hermanos de los niños con diabetes
¿Recuerdas cómo reaccionaron tus otros hijos ante el diagnóstico de la diabetes de su hermano?
¿Has comentado con ellos el modo en que la diabetes ha alterado la marcha de la familia y su propia vida?
Cuando tenemos un hijo con diabetes es normal que la mayoría de nuestras atenciones vayan dedicadas a él.
Ante el estrés del diagnóstico, las exigencias del tratamiento, las visitas médicas, las hospitalizaciones y toda la atención que la diabetes conlleva, los hermanos pueden pensar que son invisibles y sentir, en ocasiones, soledad y abandono. Al centrar nuestra atención exclusivamente en el hijo con diabetes ocasionamos, sin querer, la aparición de sentimientos negativos en el resto de los hermanos: celos, resentimiento y enfado.
El enfado que pueden sentir por la atención centrada en la diabetes, se combina, a menudo, con sentimiento de culpa por el hecho de sentir envidia de su hermano enfermo.
Por lo general, los hermanos se adaptan a la situación después de una etapa de desconcierto e incertidumbre por la novedad de la enfermedad. Con el tiempo, sus sentimientos serán los propios de la competitividad y ambivalencia que se encuentran también entre hermanos sanos. Cada uno irá encontrando su propia manera de tratar con la diabetes del hermano y la forma de afrontarlo irá variando en función de la edad y personalidad de cada uno.
Ante la diabetes, toda la familia se reorganiza. Durante este proceso, los hermanos pueden manifestar algunos cambios en las conductas habituales (rabietas, mal comportamiento, empeoramiento de las notas escolares…), incluso somatizaciones (dolores de cabeza, de estómago, mareos…). Con ello, de forma inconsciente, los niños tratan de manifestar su necesidad de atención.
En algunos casos nos encontramos con el hermano sobreprotector que se preocupa en exceso por todo lo referente a la diabetes del hermano, asumiendo cargas para las que no está preparado. Así, la diabetes se convierte en el eje en torno al cual gira toda la vida familiar.
Debemos ser conscientes de que los hermanos que no tienen diabetes también la comparten y necesitan atención y apoyo.
Recordemos que nuestra actitud ante cualquier situación afecta directamente a los hijos. Así, ansiedad, tristeza, exceso de preocupación y sobreprotección circulan libremente entre toda la familia. Los niños notan la preocupación y tristeza de los padres y tienden a buscar sus propias explicaciones, por eso tenemos que procurar que exterioricen sus pensamientos y sentimientos.
Los hermanos del niño con diabetes necesitan recibir información clara y respuestas adaptadas a su edad y preguntas. Es conveniente que aprendan a reconocer los sentimientos negativos, cuando los tengan, verbalizarlos y compartirlos. Todo ello va a requerir un esfuerzo suplementario de los padres: buscar un espacio y un tiempo para dedicar en exclusiva al niño que, aunque no tenga diabetes, comparte sin duda ninguna la de su hermano.
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