
"Tenemos que conseguir que la enfermedad se adapte a nosotros"
Lunes de Pascua, día de la mona, en pleno confinamiento por la COVID-19. Nuestro hijo, Eloi, de tres años, hace días que tiene mucha sed y pis, pero lo atribuimos al mes largo que llevamos confinados. Hoy, sin embargo, se ha estirado en el sofá resoplando sin ni haberse movido. Vamos al médico. Al ser festivo, vamos al CAP de Numancia, pero allí no hay pediatra y nos derivan al Hospital Sant Joan de Déu.
En Urgencias del hospital, enseguida nos atienden y diagnostican diabetes tipo 1. Pasamos unas horas duras, Eloi lleva muchos tubos (suero, glucosa, insulina,...) y su cara es de muy asustado. Con los días, le van sacando las vías y él poco a poco va volviendo a ser el de siempre, alegre y movido. En su habitación del hospital, nos forman sobre la diabetes tipo 1 y cómo tendremos que cuidar a Eloi.
Así que, ¡llega el día de volver a casa! La sensación de vértigo es importante: ahora no tenemos el equipo de profesionales del hospital, y tenemos en nuestras manos, en cada decisión del día, la salud de nuestro hijo. Por suerte, hemos aprendido bien, y en los controles de glucemia vamos viendo que todo va bien, aunque Eloi está muerto de hambre y busca comida a escondidas constantemente...
Pronto, sin embargo, vamos entendiendo la enfermedad: realmente no es muy difícil mantener una persona con diabetes dentro del equilibrio 70-180, pero la parte más dura es que es una enfermedad en la que siempre tienes que pensar: cuando te levantas, antes de cada comida, en los momentos típicos de bajadas, antes de ir a dormir... Siempre controles de glucemia. En todas las ingestas, siempre el cálculo de hidratos de carbono. Es una enfermedad de la que nunca te puedes olvidar, siempre la tienes que tener presente.
A pesar de todo, con el tiempo vemos que una de las máximas que nos contaron en el hospital es cierta: no hay que adaptarse a la enfermedad, sino que tenemos que conseguir que la enfermedad se adapte a nosotros. Hoy Eloi es un niño feliz, que hace vida normal, pero sabe que de vez en cuando tocan «pinchacitos», y que siempre le vamos controlando.
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