Cuando canto, siento que vuelo
La gran afición de Mireia es alzar la voz y cantar con firmeza bien alto y claro. Esta es la misma actitud con la que hizo frente al diagnóstico de la diabetes tipo 1 cuando tenía 8 años (ahora ya tiene 10). Y fue también esta la postura que ayudó a su madre, Meritxell, a asumir los primeros pinchazos de la insulina.
El camino de Mireia en el diagnóstico se inició en un avión de viaje hacia Tenerife con las hermanas y el padre. Él, con diabetes tipo 1 desde los 14 años, fue el testigo de los primeros síntomas de la enfermedad cuando de camino hacia las islas se manifestaron en su hija.
Los primeros días
De regreso a Barcelona, madre e hija se reencontraron y fueron hacia el Hospital Sant Joan de Déu donde el diagnóstico se confirmó definitivamente. Confiesa su madre que fue más fácil aceptar la nueva situación gracias al apoyo de Irune Goicoechea, educadora en diabetes, y Larisa Suárez, endocrinóloga del Hospital.
Pasado el ingreso y ya de vuelta a la escuela, sus maestros, monitores y compañeros de clase le brindaron todo su apoyo. Pero en este camino, Mireia además cuenta con otro as en la manga. Su hermana gemela, Ivet, quien detecta fácilmente cuando Mireia está baja (tiene la glucemia baja). De hecho, el nexo entre hermanas ya se manifestó una semana antes de las primeras señales de la enfermedad, cuando Ivet sintió en su propia piel la sintomatología propia de la diabetes tipo 1.
Actitud y voz
Pero por encima de todo y todos, para Mireia está el canto. Estudia canto y adora cantar y bailar flamenco. Incluso su afición la ha llevado a presentarse al cásting del programa La Voz Kids, tener diabetes tipo 1 no es ningún impedimento para luchar por tus sueños. A Mireia, cantar le hace sentir tranquila: «Alguna vez cuando estoy triste, cantar me sirve para acompañar mis emociones y relajarme».
Vivir más saludablemente
Y en el día a día, la diabetes tipo 1 se ha convertido en un reto horario y saludable al que Mireia está haciendo frente contagiando su madurez al resto de la familia.
"Me gustaría que los niños y niñas vieran la diabetes tipo 1 de forma diferente"
Mireia hace bandera del cuidado de uno mismo y cree que es cuestión de mentalidad adaptar horarios y comidas. Sobre los pinchazos, reconoce que al principio le costó, pero ahora ya se ha acostumbrado. Cree que los niños y niñas ven en la diabetes tipo 1 una enfermedad que impide comer todo tipo de comidas, sobre todo las más golosas. Pero su madurez le ha ayudado a aceptar que no hay que renunciar a los tan preciados dulces, basta pesarlos y comerlos de vez en cuando.
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