Mamá, ¿cuándo me curaré?
La primera vez que escuché esta pregunta de la boca de mi pequeño se me rompió el corazón: “¿mamá, cuándo se irá la diabetes?”
Hasta este momento, todas las enfermedades que él y su hermana habían tenido habían sido las habituales para su edad: enfriados, bronquitis, otitis, amigdalitis y alguna otra itis… Todas ellas con un tratamiento de corta duración en el que se tomaba durante unos días un jarabe, hacía reposo y al poco tiempo estaba como nuevo.
Pero al pasar los días y ver que seguíamos en casa con inyecciones y controles de glucemia, su cabecita no acababa de entender, y empezó a darle vueltas. Quería saber cuándo acabaría todo y se curaría. En aquel momento me costó no llorar, y con un nudo en la garganta, intenté explicarle que él no estaba enfermo, como cuando tienes fiebre, te hace daño el cuello, tienes mocos o estás cansado, sino que a partir de entonces, para que no se pusiera enfermo, se tenía que hacer los controles, ponerse insulina en las comidas principales, y que no podía comer todo lo que quisiera y cuando quisiera sin control.
No sé si bien o mal, le di una explicación de adulto a un niño, de tres años: “Tienes una enfermedad crónica pero no estás enfermo. Tú eres un niño como los otros, que puede hacer todo lo que hacen los demás pero debes tener más cuidado en algunas cosas.
Él acceptó la explicación, no sé si la entendió en aquel momento, pero la acceptó. Poco a poco mi hijo se ha ido dando cuenta de que no está enfermo, pero que tiene diabetes, y así lo explica con total naturalidad cuan algún niño que no lo conoce y lo ve cuando se hace un control, le pregunta “¿Qué estás haciendo?”, a lo que responde con mucha seguridad: “Un control para ver cómo estoy… Es que tengo diabetes”.
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